El mercado nos bombardea constantemente con suplementos mágicos que parecen esenciales para estar bien.
Vitaminas.
Quemagrasas.
Creatina.
Polvitos de proteína.
Colágeno.
Y un sinfín de potingues que de inicio parece que nos van a solucionar la vida.
No digo que no sirvan para nada, ni mucho menos.
Es más, yo soy la primera que tomo.
Pero los suplementos son como la guinda del pastel dentro de un estilo de vida saludable.
Es decir, tiene sentido tomar algunos de ellos (los que tienen evidencia científica) cuando las bases de la salud están trabajadas.
Revisa si tu alimentación es rica en alimentos frescos y de buena calidad.
Revisa si tus digestiones son correctas (si hay problemas de absorción, por muchos suplementos que tomemos no los aprovecharemos).
Revisa la calidad de tu sueño.
Revisa si tienes una vida activa, donde a diario (o con una alta frecuencia) pongas a tu corazón y a tus músculos a trabajar.
Y si después de todo esto sientes que necesitas suplementarte y un profesional te lo recomienda, adelante.
Debes saber, pero, que muchos de los suplementos que hay en el mercado no tienen evidencia científica de que realmente funcionen.
Actualmente, dentro de los más conocidos, los que sabemos que realmente funcionan son:
Aislado de suero de leche: es un tipo de proteína en polvo. Es muy útil para llegar de forma fácil a tus necesidades diarias de proteína. Una dosis (aprox. 30g) equivale en proteína a 100g de pollo. Se puede tomar tanto en batido como mezclado con alimentos como yogur.
Geles o bebidas deportivas: es una forma rápida de que nuestro cuerpo pueda obtener carbohidratos de absorción rápida. Son útiles en la práctica deportiva (ejercicios cardiovasculares de duración larga).
Cafeína anhidra: en una dosis adecuada (3-6 mg/kg peso corporal) ayuda al rendimiento deportivo y a estar más focalizado. Útil si se toma antes de entrenar.
Monohidrato de creatina: ayuda a mejorar el rendimiento deportivo y la masa muscular (siempre que obviamente vaya acompañado de un entrenamiento de fuerza de forma regular). Su efecto en el organismo es acumulativo. Se recomiendan unos 3g al día.
Así que antes de comprarte cualquier potingue que te recomiende tu amiga o tu vecina, te animo a que revises su contenido y te informes de si realmente funciona o no 🙂
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