Casi todo el mundo vive desconectado.Seguro que a ti y a mí nos ha pasado.
En esta entrada te daré un consejo para volver a ti.
Pero antes, déjame contarte algo.
Prisa.
Vivimos en un mundo con prisa.
Todo tiene que ser para ya.
Corre.
Acelera.
Te levantas ya con prisa a golpe de despertador.
Ducha rápida, café exprés y al trabajo.
Con suerte, llegas a tu hora (si Renfe o los atascos lo permiten).
Llegas a la oficina.
50 correos en tu bandeja de entrada con tareas urgentes.
Apagar fuegos.
Entre reunión y reunión, engulles la comida y sigues produciendo.
Por la tarde sales del trabajo (con suerte a tu hora).
Exhausta.
Frustrada y con la cabeza echando humo.
Y toca comprar.
Limpiar.
Recados.
Cuidados.
Ir a por el niño a inglés.
Cenar.
Capítulo de Netflix (donde te quedarás dormida al minuto 3) y… a dormir.
Con suerte, sin la ayuda de somníferos.
Y vuelta a empezar.
Te pasas el año esperando las vacaciones.
Ansiadas (y deseadas) vacaciones.
Deseando “desconectar”.
Deseando “cargar pilas”.
¿Desconectar?
¿Cargar pilas?
¿Acaso somos un aparato electrónico?
Cierra los ojos.
Ponte la mano encima del pecho.
Respira.
Estás aquí.
Estás viva.
Y esto es un puto regalo.
Aunque sea difícil, PARA.
Ni que sean 5 minutos al día.
Para tomar consciencia de que ERES (no solo HACES).
Conduce hacia el trabajo en silencio.
Come sin mirar una pantalla.
Dúchate siendo consciente de cómo el agua se desliza por tu cuerpo.
Corre.
Baila.
Abraza.
Ama.
Que esto es lo único que nos vamos a llevar.
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