No, no es tu edad ni tus genes. Es tu metabolismo (y tiene solución)

Comes sano. 

Haces ejercicio. 

Duermes más o menos bien.
 

Y aún así…
 

Te cuesta horrores bajar de peso.
Tienes la energía por los suelos.
Y sientes que tu cuerpo ya no responde como antes.

Te entiendo.
La mayoría de las mujeres que llegan a mí me dicen algo parecido a:

“Creo que tengo el metabolismo lento… pero no sé por qué.”

Normal que no lo sepas: 

nadie nos ha explicado qué es realmente el metabolismo.


Lo hemos reducido a “la edad”, “las hormonas” o “la genética”.
Como si fuera una maldición inevitable.
Y no lo es.

La verdad: tu metabolismo no está roto. Está desregulado.

El metabolismo es el sistema con el que el cuerpo decide qué hacer con la energía que entra a través de los alimentos.


¿La usa? ¿La guarda? ¿La quema? ¿La acumula?

Y su velocidad depende de muchos más factores de los que imaginas:

  • Tus niveles de músculo (sí, el músculo es el motor para la longevidad y la quema de grasa).
  • Tu alimentación real (no solo calorías: nutrientes, micronutrientes, frecuencia…).
  • Tus estrategias para regular el estrés.
  • Tu ciclo hormonal (que cambia semana a semana).
  • Tu historial de dietas restrictivas (que ralentizan tu cuerpo por protección).

Buenas noticias: puedes activarlo de nuevo.

¿Con cambios mágicos? No.
¿Con dietas de moda? Tampoco.

Con hábitos que tu cuerpo entiende y agradece.

1. Aumenta tu ingesta de proteína (de verdad)
Intenta que cada comida principal contenga una fuente de proteína real: huevos, pescado, carne, tofu, legumbres bien combinadas o lácteos ricos en proteína (lo más naturales posible).

Esto no solo sacia: también “enciende” el metabolismo porque el cuerpo necesita más energía para digerirla.

2. Empieza el día moviéndote, aunque sea suave
La actividad ligera en la mañana mejora la sensibilidad a la insulina y le da a tu cuerpo la señal de “estamos activas, no ahorres energía”.

3. No le tengas miedo a los snacks… pero que tengan criterio
Si a media tarde llegas con hambre, no comas lo primero que pilles.
Ideal: un puñado de nueces, un yogur con canela, una tostada con aguacate, o un poco de chocolate negro (mínimo 85%)  con fruta.

Evitarás picos de azúcar y mantendrás estable tu nivel de energía (y tu metabolismo activo).

4. Duerme. Como si fuera una prioridad médica.
El sueño es un gran regulador hormonal.
Un cuerpo sin descanso no quema grasa: la acumula como medida de emergencia.
¿Cómo mejorarlo? Apaga pantallas 1h antes de ir a dormir, cena ligero y repite una rutina sencilla de noche para ayudar a tu cuerpo a dormir mejor.

¿Ves? 

No es magia. Es entender cómo funciona tu cuerpo 🙂


Tu metabolismo no necesita castigo ni pautas extremas.
Necesita constancia, variedad y seguridad.

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