En este email te contaré la fórmula secreta.
Quizás no sea tan secreta como la de la Coca Cola.
Pero de lo que sí estoy segura es de que el impacto que tendrá en tu vida será mucho mayor.
Atiende.
Sentirnos bien.
Es algo que todas las personas perseguimos.
Sentirnos ágiles, fuertes, con energía.
Energía.
Energía para transformarla en materializar nuestros sueños.
Energía que no podemos comprar, pero que podemos potenciar con nuestras acciones.
La herramienta más potente que conozco para sentirme mejor es el movimiento.
Y con movimiento no me refiero a correr maratones (experiencia brutal, pero que ya es otro tema).
El movimiento recurrente nos aporta muchísimas ventajas.
Sin duda, en una ecuación coste – beneficio su rentabilidad es altísima:
Mejora nuestro estado de ánimo.
Mejora nuestra calidad de vida.
Mejora la calidad de nuestros huesos.
Mejora el estado de nuestros músculos y tendones.
Para ello no es necesario machacarse 10 horas a la semana en un gimnasio.
Ni correr ultratrails.
Ni hacer invertidas en yoga.
Es mucho más sencillo.
Esta semana te propongo que evalúes el impacto que tiene el movimiento en tu vida (tanto el movimiento espontáneo como el programado).
Como movimiento espontáneo (el famoso NEAT) pregúntate:
- ¿Subo escaleras o siempre voy en ascensor/escaleras mecánicas?
- ¿Voy andando a hacer la compra o siempre voy en coche?
- ¿Me paso sentada delante del ordenador muchas horas seguidas o me voy levantando cada X tiempo?
- ¿Durante mi tiempo libre hago actividades que impliquen movimiento (pasear, ir a bailar salsa…) o tengo un ocio más sedentario (ver series, leer…)?
Como movimiento programado (deporte) pregúntate:
- ¿Cuánto rato a la semana dedico a hacer actividad física?
- ¿Alguna de las actividades que realizo implica trabajo de fuerza?
- ¿Disfruto practicándolas?
Si tienes la posibilidad, mide durante unos días con una pulsera marca – pasos como es tu día a día y quizás te sorprendas.
Muévete.
Muévete hacia tus objetivos.
Muévete para descubrir nuevos lugares.
Muévete para sentirte viva.
Muévete porque te quieres (el deporte no debería ser nunca un castigo).
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