Hoy te escribo desde un lugar privilegiado.
En plena naturaleza, a los pies de la majestuosa y enigmática montaña de Montserrat.
Tras 3 días de retiro de meditación en una Masía Budista.
Cómo imaginas, días de mucho aprendizaje en todos los sentidos.
Una de las cosas que más me gusta de venir a este tipo de lugares es apreciar la calma que transmiten las personas que viven aquí.
Me conectan con una sensación de paz y de bienestar que cuesta encontrar en nuestro día a día.
Y cuando escuchas sus enseñanzas, comprendes que se sientan así de bien. Basan su vida en trabajar su paz interior y en expandir este trabajo hacia las personas que les rodean. Es un auténtico oasis tener la oportunidad de estar unos días con ellos.
Y para personas como yo, que vivimos nuestro día a día pisando el pedal del acelerador para llegar a todo (no fuera el caso que nos perdiéramos algo), poder estar unos días aquí es un auténtico regalo.
Ay, qué importante es parar.
Y cómo cuesta.
Y aunque sepamos lo importante que es mirar hacia adentro, es increíble todas las resistencias que ponemos para estar con nosotras mismas.
Estamos rodeadas de distractores. Redes sociales, planes con gente, series… para sentirnos aparentemente conectadas y acompañadas (aunque muchas veces no es así).
Y no hace falta convertirse en budista o ir a hacer un retiro de silencio para acercarte a tí.
Es algo mucho más sencillo (aunque no sea fácil).
Se trata de darte espacios para SER. Sea estando en contacto con la naturaleza, sea conectando contigo a través de la respiración, sea practicando yoga, haciendo cerámica o simplemente parando.
Si te despierta un poco de curiosidad la oportunidad de ver una forma de vivir un poco distinta, te animo totalmente a que lo experimentes. Estoy segura que no te dejará indiferente.
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