Entre el blanco y negro estás tú

Si hay algo que agradezco haber mejorado a lo largo de los años, es mi capacidad de no irme a los extremos.

¿A ti también te pasa?

De más jovencita mi perfeccionismo extremo me hacía moverme entre blancos o negros.

O perfecto, o no vale la pena.

O 100%, o machaque constante.

O todo o nada.

Y claro, en un mundo tan loco como el nuestro, ser tan poco flexible no es muy funcional.

Aunque ser perfeccionista y querer hacer las cosas lo mejor posible tiene muchas ventajas (creo firmemente que estar enfocada en algo y ser constante es una gran virtud), si no somos capaces de tener una parte flexible, a la que nuestros planes varían nos frustramos y acabamos abandonando nuestros objetivos.

En consulta, por ejemplo, lo veo mucho en la alimentación.

Muchas veces, la mentalidad de blanco y negro hace sufrir mucho a nivel social.

Llevas unos días cuidándote.

Pero hoy es el cumpleaños de tu hijo y hay tarta de cumpleaños.

Y entras en bucle.

Sientes que si te comes un trozo ya la “has liado”.

Pero, por otra parte, quieres compartir ése momento con tu gente.

Y claro, con esa visión de machaque, es fácil que ya des rienda suelta a los excesos y entonces sí que acabes desviándote mucho del plan.

Y vienen los remordimientos.

Y los “a tomar por saco”.

Pero en los grises, hay otras formas de gestionarlo.

El trozo de tarta por si solo era prácticamente inofensivo en el marco de una alimentación sana.

Es más, a nivel mental es saludable celebrar un cumpleaños con tus seres queridos sin sentir culpa.

Pero si no eres capaz de vivir entre grises, es fácil que pases de épocas vestidas de “superhealthy” (donde lleva el volante la obsesión) a épocas de “desenfreno” (donde quien lleva el volante de tu vida es la ansiedad).

Stop.

Aceptar que la vida no es lineal ni perfecta forma parte de hacerse adulta.

Y decidir que quien maneja tu coche eres tú es el camino a la libertad de elegir.

De entrada no es fácil.

Pero para tener una vida equilibrada en general, y ser capaz de surfear las olas en épocas más convulsas, necesitas aprender a regularte.

Yo sufrí mucho entre blancos y negros.

Y me ha costado muchos años (y a veces aún me cuesta) no caer en ésa trampa.

¡Pero te aseguro que aprender a vivir entre matices vale mucho la pena! 🙂

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