Hoy te escribo tras un domingo de estar en pijama todo el día.
No es algo que suceda a menudo.
Más bien, rara vez ocurre.
Soy una persona que me siento cómoda en el “hacer”.
Me gusta sentirme productiva y pensar que he aprovechado el día.
Pero con los años he aprendido a escucharme.
Y hay algún domingo donde el cuerpo me pide esto.
Bajar revoluciones.
Desayunar con calma.
No hacer planes.
Pasar el día sin mirar el reloj.
Tomar un café rico en la terraza.
Leer.
Hacer siesta.
Escuchar música.
No entrenar.
Y ver una peli en el sofá.
¿Tiene un impacto negativo en tu vida esto?
En días puntuales, todo lo contrario.
Descansar y permitirte “no hacer nada” durante un día te despeja y te da pilas.
Está comprobado que cuando quieres estar en modo productivo sin pausas estás más estresada, tienes una salud peor y además eres menos eficiente.
El “problema” aparece cuando es algo recurrente y te hace sentir mal.
Entonces, por supuesto, buscar estrategias y pasar a la acción es primordial para estar bien.
Pero como todo, amiga, es cuestión de equilibrio.
Y sentirte cómoda tanto en semanas que vas “a tope de power” como en las que hay más espacio para ti es una buena señal 🙂
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