Ya estamos en pleno verano.
Y parece que para todo el mundo es una época de disfrute.
Vacaciones, días más largos, más vida social…
Pero, para muchas, con el calor llega también esa presión silenciosa.
Esa vocecita que te dice que tienes que ponerte las pilas porque ya vas tarde.
¿Ponerte las pilas para qué?
¿Para meterte en el bikini sin culpa y disfrutar de la playa?
¿Para comer fuera sin sentir que “has fallado” y que no te lo mereces?
¿Para salir en las fotos sin pensar solo en tu barriga y sin tratar de esconderte?
Es agotador.
Es agotador vivir siempre acompañada de este juicio, que se mete en la maleta aunque no le invites.
Que no se va de tu lado ni en agosto y que no te permite estar tranquila.
Te entiendo mucho.
Para mí, durante muchos años el verano era la peor época del año.
24h pensando en mi cuerpo desde la vergüenza.
Diciendo que “no” a muchos planes para evitar exponerme.
Agobiada porque la ropa mostraba mi cuerpo.
El verano, en lugar de ser una época de descanso, se convertía en temporada alta de exigencia.
Un intento de “compensar” cada helado.
Una incomodidad brutal en la playa porque “no estaba como debería”.
Y desde este prisma, acababa entrando en bucles de restricción – atracón que aún me hacían sentir más frustrada y más agobiada.
Pero, por suerte, hay otra forma.
No es perfecta. Pero mucho más amable.
Te dejo 3 cosas sencillas que pueden ayudarte a cambiar cómo vives el verano si te las permites:
1. Ponte ropa que te dé libertad, no castigo
Si algo te aprieta o te incomoda… el problema no lo tiene tu cuerpo.
Es la prenda.
No tienes que “merecerte” ponerte cierto tipo de ropa.
Tienes derecho a ir cómoda. A estar a gusto. A respirar.
2. Come desde la consciencia
No comas para compensar.
Come para cuidarte (tanto físicamente como emocionalmente).
Olvídate de alimentos prohibidos y de calorías y céntrate en darle a tu cuerpo gasolina de calidad.
Y aprovecha las vacaciones para comer con más consciencia y saboreando mucho más.
3. Cuando aparezca el juicio… respóndele con ternura
Sí, va a volver. Seguro.
Esa voz que te dice: “No deberías comer esto” o “Así no puedes ir a la playa”.
En este punto, respira. Y recuerda que tú no eres tus pensamientos.
Estás aquí para disfrutar.
Este verano no tiene que ser perfecto.
Solo tiene que ser tuyo.
No te lo pierdas por tus fantasmas 🙂
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