En este post te voy a transportar un ratito a tu infancia.
Cuando era pequeña, una de las cosas que más me gustaba era que mi madre me leyera cuentos.
Era un ratito del día sagrado. Antes de dormir, teníamos el ritual de coger un libro y leerlo juntas.
El otro día pensaba en uno de mis cuentos favoritos: los 3 cerditos.
Y su moraleja me conectó mucho al presente.
La casa que construyen los cerditos se asemeja mucho a cómo vivimos la salud algunas de nosotras.
El cerdito pequeño construyó su casa de paja. Buscaba el camino rápido, resultados inmediatos con el mínimo esfuerzo.
El cerdito mediano construyó su casa de madera. Aunque tenía un poco más de consciencia que el cerdito pequeño, prefería tener tiempo para jugar y no quería esforzarse mucho.
En cambio, el cerdito mayor construyó su casa con ladrillos. Le costó madrugones, esfuerzo, constancia y sacrificio. Le dedicó mucho tiempo. Pero finalmente consiguió construir una casa hecha y derecha.
En la salud, todas nos identificamos con uno de los tres cerditos.
Está la que se identifica con el cerdito pequeño.
La que busca resultados rápidos haciendo la dieta de la piña.
La que compra por internet pastillas milagrosas en una web estrambótica que prometen resultados increíbles.
La que mide su salud sólo por el número que refleja su báscula.
Está la que se identifica con el cerdito mediano.
La que busca una vida más o menos equilibrada buscando una rutina en San Google (el que todo lo sabe).
La que llena su dieta de alimentos “light” y sin azúcar porque cree que eso es cuidarse.
La que va a andar un ratito el fin de semana y hace algo de deporte “cuando puede”.
Y está la que se identifica con el cerdito mayor.
La que decide invertir en un buen constructor para tratar su templo (cuerpo).
La que huye de resultados rápidos y sabe que la constancia es el único camino.
La que entiende que la salud es algo personal y que no sirven las pautas genéricas. La que quiere sentirse segura y cómoda en su cuerpo todos los días de su vida.
Porque un día el lobo aparecerá.
Ya sea en forma de un problema de salud, de un accidente, o de una situación de estrés.
Y en ese momento será clave con qué material has construido tu templo para poder afrontarlo.
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