Muchas veces nos perdemos en el “yo puedo”.
Lo confiamos todo a nuestra voluntad.
Pero no siempre los resultados que obtenemos son los que queremos.
“Yo puedo transitar esta ruptura amorosa sola”.
¿Terapia?
No hace falta, yo puedo sola.
“Yo puedo empezar a entrenar en el gym sola”.
¿Rutina personalizada?
No hace falta, yo puedo sola.
“Yo puedo cambiar mi forma de comer sola”.
¿Pauta adaptada?
No hace falta, yo puedo sola.
Y así con todo.
El problema viene que, aunque en nuestra cabeza diseñamos un plan aparentemente perfecto, luego vemos que no es sostenible en el tiempo ni realista.
Y aparece la frustración.
Y con ello el abandono.
La resignación.
Y la vuelta a nuestra zona de confort.
Hoy te quiero hablar de buscar ayuda.
No ayuda a cualquier persona, ni mucho menos.
Sino buscar ayuda a alguien profesional que te pueda hacer llegar al objetivo que deseas de forma mucho más fácil, eficiente y sin sufrimiento innecesario.
De alguien que esté exactamente dónde tú quieres estar.
Entiendo que todo tiene un coste.
Pero valora que muchas veces el coste que pagas por descuidar alguna parcela importante de tu vida luego no se puede pagar con todo el dinero del mundo.
Y te hablo de mi caso.
Aún siendo coach, fisioterapeuta y teniendo formación en nutrición, cuando preparo una carrera invierto en un coach que me asesora.
¿Me dice algo que yo no sepa?
En muchos casos no, pero el compromiso que adquiero y la perspectiva me hacen ser mucho más efectiva.
Los mejores psicólogos van al psicólogo.
Los mejores entrenadores tienen un entrenador.
Los mentores más reconocidos en el mundo de los negocios tienen un mentor.
No temas levantar la mano cuando quieras conseguir algo.
¡Póntelo fácil!
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