Ay, la vida adulta.
Llena de “tengo que”.
Llena de preocupaciones.
Con la sensación de que los deberes nunca se entregan a tiempo.
Que las listas de tareas pendientes se eternizan.
Donde nuestro tiempo de calidad y de ocio muchas veces se difumina por el cansancio delante de la TV viendo “El cuerpo en llamas” (¡cómo engancha!).
Hasta que, como dice mi querido Ismael Serrano, aparece un “destello de felicidad”.
Una ilusión.
Una nueva posibilidad de vivir las cosas de otra manera.
A veces viene en forma de plan de futuro.
Ése viaje que tanta ilusión te hace.
Ésa entrada de concierto que te hace desconectar de todo.
Ése fin de semana con las amigas de la universidad que tan poco coincides pero qué tan bien te hace.
A veces viene en forma de persona.
Te enamoras.
Y tus gafas de ver el mundo cambian.
Aunque tu día a día sea el mismo.
Aunque tu oficina gris, los atascos o la inflación sigan sin levantar el freno del acelerador, tu mood es otro totalmente distinto.
Pero hay épocas donde por sí sólos estos “destellos de felicidad” escasean.
Puedes culpar a Mercurio Retrógrado.
A la sociedad.
A todo lo que te venga en gana.
Pero no olvides que no eres un árbol (por suerte).
Y que tienes la capacidad de moverte de dónde estás para buscar nuevos destellos.
La vida no acaba en una relación de pareja insatisfactoria (hay más opciones).
La vida no acaba en un trabajo que te provoca ansiedad y úlceras de estómago (hay más opciones).
La vida no tiene un plan encorsetado de éxito dónde en cada edad está definido por los “debería”.
Aunque a veces a corto plazo no es fácil cambiar el rumbo, siempre podemos hacer algo (por poco que parezca).
Hoy te animo a que mires hacia dentro.
Coje papel y boli (o las Notas del móvil para las más modernas).
Y apunta sin filtro (lo que los americanos llaman “brainstorming”) todo aquello que te haría ilusión hacer.
Desde lo más simple a lo más complejo.
Olvídate de los “debería” por un momento y usa de brújula el brillo de tus ojos.
Ir a la nueva cafetería cuqui de tu ciudad.
Apuntarte a un curso de fotografía.
Hacer una escapada romántica al Pirineo.
Darte un masaje.
Apuntarte a un postgrado de aquello que sientes como tu verdadera vocación.
Comprar unos billetes de avión para el próximo puente.
Estas cosas pueden parecer “fáciles”, pero permitírtelas te harán sentir más empoderada y fuerte si en un futuro quieres tomar decisiones más complejas.
Pruébalo.
Y si das hueco a tu bienestar entre todos los “debería”, te aseguro que en unas semanas tu mood será otro.
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