Todas tenemos un talento.
Y no me refiero a hacer acrobacias en GOT TALENT ni a descubrir una teoría revolucionaria con la que cambiar el mundo.
Me refiero a conectar con aquello que te hace feliz y que a la vez se te da relativamente bien.
Es real que la vida adulta está envuelta de obligaciones.
Y muchas veces queda poco espacio para la diversión y la creatividad.
Pero para sentirte bien, es igual de importante conectar con la alegría que comer superalimentos y hacer deporte.
A veces, cuando pregunto en sesión sobre qué talento crees que posees, la respuesta es que ninguno.
Bloqueo.
Nos hemos alejado tanto de nuestra esencia que hemos olvidado aquello que nos hace sentirnos bien.
Para ello, hoy te propongo un ejercicio:
Piensa en cuando eras pequeña. Si no tienes muchos recuerdos y tienes la posibilidad de hablarlo con algún familiar, hazlo.
Conecta con aquello que te gustaba mucho hacer.
¿Ir a la montaña de excursión?
¿Bailar?
¿Cantar?
¿Preparar con tu madre una tarta?
¿Ir al teatro?
¿Estar con tu familia?
Cierra los ojos.
Respira.
¿Recuerdas cómo te sentías?
Observa cómo tu cuerpo se va relajando y una sonrisa se deja entrever en ti.
Es allí donde debes volver.
Es allí donde la alegría está.
Y ahora, desde tu presente, busca un espacio semanal donde darle ese espacio.
Apúntate a salsa.
Lee novelas románticas.
Coge el saco de dormir y duerme en un refugio tras un día en la montaña.
Canta Gospel.
Busca un entorno social que te haga sentir valorada e importante.
Te aseguro que tras incorporarlo en tu vida, te sentirás mucho más viva y feliz.
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