Hoy escribo con un poquito de resaca emocional.
Este viernes se casó una gran amiga, y tuve el gran honor de ser su testigo. Fue una noche de San Juan única y muy emocionante, en un lugar muy mágico y donde se respiró mucha felicidad!
Ay las bodas…
Esos eventos en los que nos damos muchas veces el “permiso” de disfrutar.
De conectar con emociones que en la “vida adulta” a menudo olvidamos o dejamos de lado por tener otras “urgencias” o “responsabilidades” que atender.
Olvidamos bailar.
Olvidamos cantar.
Olvidamos disfrutar (nos).
Olvidamos dejarnos ir sin estar pendientes de lo que piensa fulano o mengano.
Olvidamos dejar de mirar el reloj un ratito.
Nos olvidamos de ser felices inundadas por tantos “debería hacer”, “tengo que” y muchos otros verbos similares donde la alegría y el disfrute no tienen mucha cabida.
A ver, no me malinterpretes.
Con esto no quiero decir que debamos salir cada fin de semana como si no hubiera un mañana y excedernos “en contra” de nuestro descanso y salud.
Todo lo contrario.
Cuidar nuestra alimentación, hacer deporte de forma frecuente, no beber alcohol y descansar lo suficiente es básico para sentirnos bien y mantener las enfermedades lo más lejos posible (dentro de las papeletas de la tómbola que tenemos opción de controlar).
Me refiero a que tanto o más importante que todo esto es nuestro estado anímico.
Y es imposible que estemos sanas si no encontramos razones para celebrar, sonreír y no tenemos motivaciones que nos hagan levantarnos cada día de la cama con energía.
Todas tenemos problemas (y en la edad adulta, quien más quien menos tiene mínimo un par que cuando pensamos en ellos se nos pellizca un poquito el corazón).
Pero eso no nos debe impedir celebrar la vida.
Y no hace falta esperar a que llegue un evento determinado o un día señalado.
Celebra HOY.
Ves a aquella cafetería cuqui que te encanta y tómate ése Matcha Latte que deseas.
Llena tu casa de plantas.
Al salir del trabajo ves al bosque más cercano que tengas y date un paseo por allí.
Vístete con ropa que te guste.
Abraza mucho, mucho y mucho.
Todo esto no eliminará tus problemas, pero seguro que te ayudará a sobrellevarlos mucho mejor 😉
PD 1: ¡No te olvides nunca de ti!
PD 2: en la boda me puse un vestido rojo que me encanta! Hace unos años hubiera sido imposible para mí llevarlo con seguridad y eso me hace sentirme muy orgullosa del camino recorrido 🙂
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