Ruido.
Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos envueltos de ruido.
Suena el despertador. Ruido.
Enciendes el móvil. 10 notificaciones. Ruido.
Pones las noticias mientras engulles el café. Ruido.
Coges el coche. Música, claxons, retenciones. Ruido.
Llegas a la oficina.
Tareas pendientes, urgencias.
Estímulos. Ruido.
Y así sucesivamente hasta que te vas a dormir exhausta, estresada y con la sensación de que has sobrevivido a la jornada.
¿Sobrevivido?
Sí, sobrevivido.
En un mundo lleno de ruido, es difícil ser consciente de algo.
Silencio.
Bendito silencio.
Silencio del que se elige, del que se saborea.
Aquél que nos repara pero que al mismo tiempo nos atemoriza.
Vivimos en una era de sobreestímulos que nos hace vivir desconectados.
Estamos tan acostumbrados a la droga del ruido que cuando no la tenemos nos incomoda.
¿Qué paradoja, verdad?
Sentirte incómoda al escuchar tu respiración.
Sentirte incómoda en el “vacío”.
Sentirte incómoda al poner el móvil en modo avión.
Sentirte incómoda al desconectar de la tecnología para volver a ti.
Esta semana te propongo algo.
Busca 5 minutos al día de silencio consciente.
Sí, aunque tu cabeza te diga lo contrario, créalos.
5 minutos al día durante 7 días seguidos.
Te doy ideas:
- Salir a caminar en silencio
- Entrenar en silencio
- Tomarte un café en silencio (y sin el móvil delante, que nos conocemos)
- Comer un trocito de chocolate en silencio
- Conducir en silencio
Tras una semana, ¡cuéntame tus sensaciones! ¡Estoy segura que te sorprenderás!
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