Si alguna vez te has dicho:
«Ya no sé qué más hacer…»
sigue leyendo.
Porque sé que llevas tiempo buscando sentirte bien.
Con más energía, menos hinchazón, más claridad y menos culpa.
Y sé que has probado muchas cosas:
- Té detox
- Ayuno
- Apps de calorías
- Suplementos
- Superalimentos
- Prohibirte los dulces
- Meditación
- Beber mucha agua
- Hacer muchos pasos
- Yoga
- Retos de 21 días
- Y la nueva rutina matutina que viste en Instagram
Y sin embargo…
Sigues agotada. Hinchada. Ansiosa. Desconectada. Como si nada acabara de funcionar.
Porque a veces, la solución no está en hacer más.
Está en hacer menos, pero con sentido.
En dejar de buscar fuera lo que el cuerpo lleva tiempo intentando decirte.
Esto no va de sumar otra técnica más.
Ni de exigirte más disciplina.
Ni de llevarlo todo perfecto.
Va de restar ruido.
Va de volver a lo básico.
Va de escucharte sin filtros, sin apps, sin comparación.
Probablemente, estás sobreinformada y subnutrida.
Sabes mil cosas sobre salud… pero te cuesta conectar con tu cuerpo.
Y eso no se arregla con más contenido.
Se arregla con claridad.
Con acompañamiento real.
Con una estrategia que no se base en el control, sino en el entendimiento.
Entonces… ¿qué sí funciona?
Hacer menos cosas, pero con intención.
No sumar listas infinitas, sino aprender a elegir lo esencial:
- Comer con estructura
Aprender a construir platos que nutren y sacian, sin estar contando gramos ni evitando los carbohidratos como si fueran veneno.
Porque un cuerpo bien alimentado no entra en bucles de ansiedad ni hambre constante.
- Conectar con tu ciclo y entender tu energía
No es lo mismo estar en fase folicular que en fase lútea.
Y no, no estás loca por tener más hambre o más cansancio ciertos días.
Es importante tener herramientas para adaptar tu alimentación y ritmo según tu fase hormonal.
- Bajar el volumen al ruido externo y subir el volumen a tu cuerpo
Dejar de vivir a base de lo que te dice Instagram, la influencer del momento o la última moda del ayuno.
Y empezar a filtrar desde tu criterio, tu realidad y tu biología.
- Descansar sin culpa (de verdad)
El descanso es parte del proceso, no un premio por haberlo hecho bien.
Es importante aprender a salir del bucle “me exijo demasiado → me agoto en exceso → me castigo” que tan mal te hace sentir.
- Reconocer el hambre emocional sin luchar contra ella
No se trata de eliminarla, sino de entenderla y tener otras formas de regularte.
Es esencial trabajar estrategias prácticas para cuando aparece el impulso de “necesito algo ya” que no tiene nada que ver con el hambre real.
- Sostener tus cambios con amabilidad, no con control
Nada de todo o nada. Nada de “empezar mañana otra vez desde cero”.
Aprender a vivir en un gris realista, sin caer en la exigencia ni en el abandono, es la clave para sentirte equilibrada.
- Volver a confiar en tu cuerpo y en tu capacidad de cuidarte
Porque cuando entiendes cómo funciona tu cuerpo, ya no lo ves como un enemigo.
Recuperas esa sensación de “hogar” dentro de ti.
No es sumar más “obligaciones y reglas”. Es soltar lo que ya no te sirve.
Menos reglas.
Menos ruido.
Más paz.
🙂
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